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RADIOMENSAJE DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS ALUMNOS DE LAS ESCUELAS CATÓLICAS DE ESTADOS UNIDOS


Miércoles de Ceniza, 12 de febrero de 1964

 

Mis queridos escolares católicos:

Todos los años el Miércoles de Ceniza el Padre Santo aprovechaba esta ocasión para hablaros por la radio. Nos, como vuestro nuevo Padre Santo, tenemos este placer por primera vez. Es un motivo de alegría y felicidad poder hablaros en vuestras casas y escuelas o donde os halláis reunidos para escucharnos. El que nuestra voz pueda llegaros directamente es un resultado del progreso de la ciencia, y uno se asombra ante los más recientes avances de la técnica moderna que ha conseguido tantos beneficios a la Humanidad.

Por esta razón, los niños de hoy y particularmente vosotros, que vivís en los Estados Unidos de América, tenéis muchas y extraordinarias ventajas que os permiten no solamente tener todo lo necesario para alimentaros y vestiros decorosamente, sino que también podéis gozar de un nivel de vida desconocido hasta ahora en la Historia.

Pero, esto no les sucede a otros niños de otros lugares. Y el Padre Santo, que es el Padre Común de todos, tiene especial interés por esos niños menos afortunados que están pasando muchos sufrimientos. El Papa se preocupa de los pequeños que se van a la cama por la noche con hambre, o que no tienen suficiente ropa para protegerse contra el duro frío del invierno o el calor de un sol tropical, o que no tienen padre, o casa, o aún peor, no tienen país que puedan llamar suyo. El corazón del Padre Santo está también inundado de preocupaciones por esos niños que recientemente han sufrido desastres, por ejemplo, inundaciones, terremotos, huracanes y guerras.

Sin embargo, nos ha consolado en gran manera conocer que vuestros amados obispos tienen su propia organización, Calholic Relief Services, por medio de la cual ayudan a estos niños necesitados. Pero, este valioso programa de ayuda mundial es muy caro y los obispos necesitan la cooperación cordial de sus generosos católicos para poder continuar este noble trabajo.

Así que os alentamos, queridos escolares católicos, a hacer con el espíritu de vigilia, vuestros pequeños sacrificios, para llevar ayuda y consuelo a esos desgraciados. Habéis sido muy generosos los años pasados, por ello se han podido llevar a cabo muchas cosas; os pedimos de nuevo que colaboréis con vuestros obispos para ayudar a los niños pobres del mundo.

La mayoría de vosotros podréis hacer alguna pequeña contribución, incluso a expensas de pasar por alto el deseo de compraras algo para vosotros mismos, que podéis o no necesitar, realmente. Algunos de vosotros no le será posible ofrecer nada. Pero, desde luego todos vosotros podéis unir vuestras oraciones pidiendo a Dios Todopoderoso para que continúe el trabajo de vuestros obispos de ayuda a los niños menos afortunados del mundo.

Confiando que vosotros os acordaréis de vuestros pequeños amigos de todas las partes del mundo, invocamos para vosotros, para vuestros buenos padres, sacerdotes, hermanas religiosas y profesores la abundancia de gracias celestiales, en prenda de lo cual os impartimos cordialmente nuestra paternal bendición apostólica.



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