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DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
A UN GRUPO DE PARLAMENTARIOS ALEMANES


Jueves 27 de febrero de 1964

 

Os damos, honorables señores, nuestra cordial bienvenida. Vuestra visita nos honra tanto más cuanto que estáis llamados a contribuir en vuestra patria, desde un puesto de alta responsabilidad, al desarrollo y al perfeccionamiento de la vida social.

Principio y fin de la vida comunitaria de un puebla es, ante todo, el respeto y el desarrollo de la personalidad humana y de los correspondientes derechos y deberes. La vida de sociedad debe ayudar a los individuos a desarrollar su propia personalidad, haciéndoles idóneos para llenar aquellos derechos y deberes que el Creador les ha impuesto.

Así, pues, que en la tarea que os es propia reine el espíritu de justicia que confiere a cada uno lo que le corresponde. Toda comunidad humana se funda sobre la unidad interior, pero no puede excluir una diferenciación entre sus componentes. Pero ¿dónde la igualdad y la diversidad de los hombres, en la vida de sociedad, pueden encontrar verdadera aplicación sino allí donde Dios es reconocido como Guía suprema? He aquí por qué la actividad de los parlamentarios debe enderezarse, además de a la justicia, también a la caridad, al amor recíproco. Siguiendo este principio aquellos no sirven sólo al propio pueblo sino también a la colaboración europea y promueven la paz en el mundo.

Para que así sea vuestra actividad, imploramos de corazón sobre vosotros, sobre vuestros colaboradores y vuestros seres queridos, y sobre vuestras respectivos hogares, la protección de Dios y sus abundantes gracias.



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