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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL «CENTRO DE AUTOMACIÓN DE ANÁLISIS LINGÜÍSTICOS» DEL ALOISIANO DE GALLARATE


Viernes 19 de junio de 1964

 

Aceptamos con sumo gusto vuestra visita, que trae a nuestro pensamiento un recuerdo personal muy grato y, al mismo tiempo, —que es lo que cuenta— la valoración de vuestra actividad que llena nuestra alma de elevadas y graves consideraciones.

El recuerdo personal es obvio, y está presente en vuestros ánimos no menos que en el nuestro. Nos renueva la admiración que experimentamos aquel día, del ya lejano 1956, en que, accediendo a las amables e insistentes súplicas del querido y reverendo padre Roberto Basa, S.I., aquí presente y presente en todos los momentos y aspectos de esta empresa, inauguramos, después de un sabio discurso del profesor Aldo Ferrabino, el centro de automación para el análisis lingüístico en el "Aloisiano de Gallarate", y no ciertamente porque tuviéramos algún mérito para presidir aquella iniciativa o algún título de competencia, sino porque con la sotana de arzobispo de Milán, que entonces llevábamos, podíamos conferir a esta iniciativa no sabemos si algún prestigio o favor, desde luego el apoyo de nuestra benevolencia y, sobre todo, la garantía de las bendiciones divinas. Grato recuerdo, decíamos, porque conocimos entonces el carácter de esta empresa; es decir, el complejo de novedad y genialidad, la habilidad y la tenacidad para darle vida e inventarla, sin los recursos de protecciones oficiales ni la financiación adecuada de las empresas “ad hoc”; sus medios de subsistencia, sus diversos fines científicos encaminados unos a lograr una experiencia calificada de esta moderna y maravillosa automación, dirigidos otros a someter el Corpus de las obras tomistas al análisis, diríamos anatómico, de las palabras que lo componen, y todos concurriendo a ofrecer al mundo de los estudios mecánicos y cibernéticos, filológicos y filosóficos, un novísimo instrumento de investigación especializada y de cultura innovadora. La admiración es una impresión tonificante y grata del espíritu; Nos disfrutamos en aquella ocasión de una hora memorable. Grato recuerdo de las personas que entonces conocimos y a las que conservamos devoción; las que acompañan al verdadero fundador del centro, el reverendo padre Basa, y le prestaban apoyo moral y colaboración práctica. Nos sentimos dichosos de volver a encontrar aquí a algunas; les ofrecemos nuestro reverente saludo; vemos que otras se han sumado a la pequeña, pero selecta escuadra del Consejo promotor, y con el mismo agrado las saludamos, felices de ver en la positiva y perseverante adhesión de todas estas egregias e ilustres personas el mejor voto por las excelencias de la empresa, y a la vez la mejor garantía por su feliz éxito. A todas las elogiamos y les damos las gracias; concediéndole vuestro favor a la no fácil ni breve iniciativa, pues nunca dejaréis de hacerlo, no es superfino, sin embargo, en una obra privada de todo beneficio material, el reconocimiento que Nos también le tributamos, de un honor y de un mérito que sólo son debidos a las obras inteligentes y de beneficencia.

Este encuentro nos invita a considerar el valor de esta actividad, tanto por el objeto en que actualmente se encuentra empeñada, la confección del “Index Thomisticus”, es decir, el diccionario mecánico y cuantitativo de todos los textos tomistas, cuanto por el fenómeno que realiza y representa, la aplicación de los instrumentos de la electrónica a materias de estudio, de suyo remotas y aparentemente refractarias a elaboraciones de este género. Superado un primer movimiento de repugnancia y malestar, que nace del sometimiento de obras exquisitamente espirituales, como son las de Santo Tomás de Aquino, a un trato específicamente mecánico, como es la elaboración electrónica de estas obras, podemos recordar que esta novísima operación se suma a un proceso que ya conocemos muy bien y que todos aprecian como magnífica expresión e indispensable para nosotros los hombres del espíritu en vías de comunicarse y difundirse. Por ello, el pensamiento, tan espiritual, verbo del alma en un momento dado se convierte en sonido, se hace palabra y en momentos sucesivos la palabra se hace escritura; luego la escritura se convierte en prensa. No se ha materializado por ello; al contrario, conservando su esencia ha conseguido un extraordinario poder de difusión. El proceso es maravilloso y muy útil. ¿Este proceso ha terminado? Lo impreso se convierte en ficha y la ficha permite nuevas combinaciones a la expansión del núcleo inicial del verbo pensado; combinaciones de las cuales apenas tenemos una vaga idea cuyas consecuencias innumerables ni siquiera podemos prever. Si estas combinaciones, si estas consecuencias son inteligibles, o mejor, como es de creer, si facilitan y difunden la inteligibilidad del pensamiento inicial, nos encontramos ante un nuevo, inmenso horizonte, de la cultura humana, fenómeno que nos deja pensativos, casi temblorosos; los confines de la cultura se extienden de tal forma que no conseguimos siquiera trazarlos. ¿A dónde se va a llegar?

No lo podemos decir. La ciencia y la técnica, una vez más hermanadas nos han ofrecido un prodigio y, al mismo tiempo, nos dejan entrever nuevos misterios. Pero nos es suficiente para recoger el íntimo significado de esta audiencia, advertir que este modernísimo servicio se pone a disposición de la cultura, como el cerebro mecánico viene en ayuda del cerebro espiritual, y cuanto más éste se expresa en su propio lenguaje, el pensamiento, más parece aquél gozar de estar bajo su dependencia. ¿No habéis comenzado a aplicar estos procedimientos al texto de la Biblia latina? ¿Qué es lo que pasa? ¿Queda rebajado acaso el texto sacrosanto al someterse a los maravillosos manejos, aunque mecánicos, de la automación como un insignificante texto cualquiera? ¿O no es este esfuerzo por infundir en instrumentos mecánicos el reflejo de funciones espirituales, una elevación y ennoblecimiento que raya en lo sagrado? ¿Se hace el espíritu prisionero de la materia o no es acaso la materia dominada y obligada a ejecutar las leyes del espíritu, la que ofrece al espíritu un sublime obsequio?

¿Aquí es cuando nuestro oído de cristianos puede percibir los gemidos de los que habla San Pablo (Rom 8, 22) de la creatura natural que aspira a un grado superior de espiritualidad?

De todas formas, estamos ante fenómenos, como los de la automación electrónica, puestos al servicio de estudios altamente espirituales, mediante una institución empeñada, por sus personas y estatutos, en el progreso y en el honor de la cultura católica, los cuales nos estimulan a profundas reflexiones, y, por ello mismo nos llenan de reconocimiento, de augurios alientos.

Sean estos nuestros sentimientos al responder a la cortesía de vuestra visita para recompensar vuestros esfuerzos y obtener para vuestra institución las bendiciones divinas. De ellas os damos una prenda cordial y segura con nuestra bendición apostólica.



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