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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS DE AMÉRICA LATINA

Sábado 25 de febrero de 1967

 

Amadísimos Hijos:

Nos es particularmente grato recibiros con motivo de vuestro encuentro en Roma en el que os proponéis tratar acerca de los peculiares aspectos de la actividad que las Obras, por vosotros representadas, prestan o promueven en favor de los Estudiantes que en número siempre creciente llegan de los Países Latinoamericanos a las Universidades y Centros Culturales de Europa.

Esta circunstancia Nos introduce enseguida en el tema del mundo juvenil universitario que llevamos muy dentro del alma, tema de apasionado interés que ha sido por elección personal o por deber pastoral campo de especial dedicación por parte Nuestra.

En Nuestro Discurso al Episcopado de América Latina (23 de noviembre de 1965) pusimos en particular relieve la preferente atención que exige la cura pastoral de la juventud y de los estudiantes que «entrarán en la vida con un rol especial» y «están más fácilmente expuestos, dada su edad, al peligro de influencias adversas». Nos consuela ver que comparten esta misma preocupación las Conferencias Episcopales de Latinoamérica las que, a través del Celam, han apoyado el nacimiento y buen funcionamiento de vuestro Servicio, como para coronar lo ideado anteriormente por el mismo Organismo en su segunda Reunión (nov. 1957).

En estos días intercambiáis experiencias, examináis posiciones conquistadas, y marcáis objetivos a vuestra actuación futura: de la oportunidad de la iniciativa es indicio el campo fértil y prometedor que ofrecen las obras que aquí y allí, en Europa, actúan con el común denominador de la asistencia al Universitario Latinoamericano. Tarea urgente, delicada, que se desarrolla en múltiples direcciones y que la Iglesia bendice y alienta.

Las instituciones y movimientos que representáis están, en efecto, a disposición del estudiante; documentos, papeles, gestiones no fáciles para un joven inexperto en las lides burocráticas pueden restarle energías para sus estudios. Muchas veces en cambio una orientación de personas prácticas en la materia, una diligencia, un consejo, una palabra podrán poner en el recto camino el asunto y devolver a aquél el vigor y pleno rendimiento para su trabajo específico.

La situación aleatoria, que por causas tantas veces imprevistas viene a configurar el contorno del joven que sale fuera de las propias fronteras, hace la existencia difícil y puede hasta matar estímulos para ideales superiores poniendo en peligro oportunidades preciosas para el porvenir: la debilidad de los medios económicos del País de origen, la exigüidad de las bolsas de estudio, la necesidad de llenar fuera del hogar los tiempos libres y los períodos de vacaciones y tantas otras coyunturas esperan la mano fraterna de vuestras instituciones que procuran trabajos rediticios compatibles con la formación escolar, que ofrecen facilidades para viajes instructivos, que, en una palabra, rodean de ambiente familiar a una juventud expuesta la peligros y desviaciones.

Nos agrada poner de relieve en modo particular una doble finalidad de vuestro programa: la formación social de los universitarios y su debida asistencia religiosa. A la primera atienden los seminarios que fomentáis: el conocimiento de los principios contenidos en la doctrina del magisterio eclesiástico, y en especial de la Constitución «Gaudium et Spes» del Concilio Vaticano Segundo, os servirán de guía en la confrontación de las experiencias europeas con la posibilidad concreta que ofrece la realidad de los pueblos a donde se ha de trasplantarlas o aplicar las enseñanzas recibidas. Pensad en la aspiración de tantos pueblos como anhelan disponer de dirigentes responsables preparados para la cosa pública: el tiempo apremia.

La segunda finalidad forma parte de una serie de providencias que, como los círculos de estudio, los cursos de cultura religiosa superior, los actos de piedad, la dedicación de Capellanes escogidos en torno a las Capillas o parroquias universitarias, van todas ellas dirigidas a conservar y dar cultivo adecuado a la fe cristiana heredada de los padres: si ésta siempre corre riesgo con la problemática universitaria, el choque adquiere mayor violencia y dramatismo en razón del ambiente en que colocan al joven la lejanía de la familia, el desconocimiento de la nueva lengua, la soledad y el aislamiento.

Que en todas las iniciativas brille un espíritu de solidaridad y de mutua colaboración. En todo haya la debida coordinación y armonía para las actividades tanto de orden nacional como incluso internacional: con ello ganarán en organicidad las respectivas Obras, se atenderán los sectores más necesitados, se conseguirá una multiplicada eficacia. Hermosa y sugestiva es la perspectiva que se ofrece a vuestro trabajo, grandes las esperanzas que se abren a vuestra acción. Sea asimismo abundante en gracias y dones del Cielo la Bendición Apostólica que con todo el corazón os damos a vosotros, a vuestras familias y Países, a los millares de jóvenes universitarios que de vuestro servicio se benefician.

 



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