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PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 30 de septiembre de 2018

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¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Marcos 9, 38-43.45.47-48) nos presenta uno de esos momentos particulares muy instructivos de la vida de Jesús con sus discípulos. Estos habían visto que un hombre, el cual no formaba parte del grupo de los seguidores de Jesús, expulsaba a los demonios en el nombre de Jesús, y por eso querían prohibírselo. Juan, con el entusiasmo acérrimo típico de los jóvenes, informa sobre el hecho al Maestro buscando su apoyo; pero Jesús, al contrario, responde: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros» (vv. 39-40).

Juan y los demás discípulos manifiestan una actitud de cerrazón frente a un suceso que no entra en sus esquemas, en esta caso la acción, aunque sea buena, de una persona «externa» al círculo de seguidores. Sin embargo Jesús aparece muy libre, plenamente abierto a la libertad del Espíritu de Dios, que en su acción no está limitado por ningún confín o algún recinto. Jesús quiere educar a sus discípulos, también a nosotros hoy, en esta libertad interior. Nos hace bien reflexionar sobre este episodio, y hacer un poco de examen de conciencia. La actitud de los discípulos de Jesús es muy humana, muy común, y lo podemos encontrar en las comunidades cristianas de todos los tiempos, probablemente también en nosotros mismos. De buena fe, de hecho, con celo, se quisiera proteger la autenticidad de una cierta experiencia, tutelando al fundador o al líder de los falsos imitadores. Pero al mismo tiempo está como el temor de la «competencia» —esto es feo: el temor de la competencia—, que alguno pueda robar nuevos seguidores, y entonces no se logra apreciar el bien que los otros hacen: no va bien porque «no es de los nuestros», se dice. Es una forma de autorreferencialidad. Es más, aquí está la raíz del proselitismo. Y la Iglesia —decía el Papa Benedicto— no crece por proselitismo, crece por atracción, es decir crece por el testimonio dado a los demás con la fuerza del Espíritu Santo.

La gran libertad de Dios al donarse a nosotros constituye un desafío y una exhortación a modificar nuestras actitudes y nuestras relaciones. Es la invitación que nos dirige Jesús hoy. Él nos llama a no pensar según las categorías de «amigo/enemigo», «nosotros/ellos», «quien está dentro/quien está fuera», «mío/tuyo», sino para ir más allá, a abrir el corazón para poder reconocer su presencia y la acción de Dios también en ambientes insólitos e imprevisibles y en personas que forman parte de nuestro círculo. Se trata de estar atentos más a la autenticidad del bien, de lo bonito y de lo verdadero que es realizado, que no al nombre y a la procedencia de quien lo cumple. Y —como nos sugiere la parte restante del Evangelio de hoy —en vez de juzgar a los demás, debemos examinarnos a nosotros mismos, y «cortar» sin compromisos todo lo que puede escandalizar a las personas más débiles en la fe. Que la Virgen María, modelo de dócil acogida de las sorpresas de Dios, nos ayude a reconocer los signos de la presencia del Señor en medio de nosotros, descubriéndolo allá donde Él se manifieste, también en las situaciones más impensables y raras. Que nos enseñe a amar nuestra comunidad sin envidias y clausuras, siempre abiertos al amplio horizonte de la acción del Espíritu Santo.

 


Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Expreso mi cercanía a las poblaciones de la isla de Célebes, en Indonesia, golpeada por un fuerte maremoto. Rezo por los difuntos —muchos lamentablemente—, por los heridos y por los que han perdido la casa y el trabajo.

Que el Señor les consuele y sostenga los esfuerzos de los que se están comprometiendo a llevar ayuda. Rezamos juntos por nuestros hermanos de la isla de Célebes: Dios te Salve María...

Hoy, en Marsella, es proclamado beato Jean-Baptiste Fouque, sacerdote diocesano, que fue vicepárroco toda la vida. ¡Bonito ejemplo para los que quieren escalar! Vivió entre el siglo XIX y XX, promovió numerosas obras de asistencia y sociales a favor de los jóvenes, ancianos, pobres y enfermos. El ejemplo y la intercesión de este apóstol de la caridad nos sostengan en el compromiso de acogida y compartir con las personas más débiles y desfavorecidas. ¡Un aplauso al nuevo beato Jean-Baptiste!

Os saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos procedentes de diferentes países. En particular, saludo a los fieles de Calpe (España), el grupo de alcaldes y administradores de la región de Salisburgo, la delegación internacional de personas sordas con ocasión de la Jornada Mundial del Sordo.

Saludo a los miembros de la Comunidad de San Egidio de la Campaña, los jóvenes del Movimiento Shalom de Fucecchio, los fieles de Foggia y los de Rapallo.

Os deseo a todos un buen domingo.

Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 



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