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SANTA MISA PARA EL CUERPO DE LA GENDARMERÍA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos
Sábado, 1 de octubre de 2022

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Es interesante el espíritu de esta celebración. Es interesante verlo como una renovación, verlo como un retomar… ¿qué? Nuestra vocación, la vuestra de gendarmes, el servicio. Hoy la Palabra de Dios nos habla precisamente de esto: “Reaviva” —dice—, reaviva el don, reaviva tu vocación (cf. 2 Tm 1,6); “aumenta,” haz crecer (cf. Lc 17,6). Es decir, esta es una celebración para rezar de tal forma que el Señor reavive la vocación de cada uno de nosotros, hoy la vuestra de gendarmes, y la haga crecer.

Cuando algo no se reaviva se apaga, cuando algo no crece, no se mueve, se corrompe. El agua estancada es la primera en corromperse. Por esto en la vida siempre hay que ir adelante, es necesario crecer, reavivar, retomar, retomar la “ilusión” [el sueño, el deseo] de la vocación. Casi todos vosotros, cada uno —quiero pensar bien—, ha entrado en la Gendarmería por una vocación, con ganas de hacer algo bueno, como servicio, como crecimiento. Y después, como sucede también a nosotros sacerdotes, a todos, uno se acostumbra; y cuando uno se acostumbra, en vez de crecer, va hacia abajo, baja, baja… Y ahí nace algo muy malo en nuestra vida de sacerdotes, que es de servicio: nace la tibieza, el ser tibios. Nos acostumbramos. Y os sucede lo mismo también a vosotros. Si no reaviváis vuestra vocación, si vosotros no la hacéis crecer todos los días, esa vocación de servicio que es muy bonita, al final —esta no es una maldición, no, sucede a todos—, al final las cosas que no crecen se corrompen. Por eso me ha gustado cuando he leído las Lecturas. Esto será una invitación a renovar: todos los días ser mejores, todos los días dar un paso adelante en la propia vocación a la cual hemos sido llamados.

Y Pablo le dice al discípulo: “Renueva” (cf. v. 6), “custodia” (v. 14), hazte cargo del don que se te ha dado, hazte cargo de tu vocación —lo digo a vosotros gendarmes— no con espíritu de timidez, no con el espíritu que te abate, no, con espíritu de fe, de caridad y de fuerza (cf. v. 7). Tres cosas que son importantes. La fe. Nuestra vida, si nosotros no la vivimos a la luz de la fe, es mejor ir a hacer otro trabajo. Mi vida, la vida de todos los sacerdotes, y vuestra vida de gendarmes. Porque vosotros vais adelante con un espíritu de fe; importante es vivir esta fe en servicio, un verdadero servicio. Después de caridad y de fuerza. Es difícil, en trabajos como el vuestro, tener todos los días esa caridad del servicio: está la impaciencia, la rabia cuando algo no funciona, las injusticias que se ven y no se pueden arreglar… Y esto puede apagar la caridad, y nos da ese espíritu de timidez, de abajar las cosas… No. El Señor nos pide un espíritu de fuerza, reavivar con fuerza, con caridad y con fuerza, no con timidez, así dice Pablo al discípulo. Esto es lo que deseo para vosotros: no tener la timidez que te abate. Una cosa es el temor de Dios, eso sí. Pero la timidez no. Adelante, ánimo, se hacen las cosas. “¿Y si me equivoco?”. Pido perdón y voy adelante, porque el error no es definitivo. Todos nos equivocamos, ¡todos! Si alguien no se equivoca que levante la mano, porque así le hago venir a predicar. Todos nos equivocamos.  Y no tener miedo de esto, sino ir adelante con fuerza en el servicio, y siempre adelante. Reavivar vuestra vocación de servicio, de gendarmes, de gendarmería, es algo bueno. Es verdad que muchas veces vosotros tenéis que hacer trabajos que no son agradables: poner orden aquí, echar a aquellos de allí… Muchas cosas. Pero lo hacéis por amor y para encontrar una armonía más grande, lo hacéis por el servicio. Volved a las raíces de vuestras vocaciones. El servicio. Servir, así, sin timidez, con caridad, con fuerza, con “ilusión”, el servicio siempre de esta manera.

Y después, al final, ¿qué tengo que hacer? ¿Paso la cuenta por mi servicio? Esto se puede hacer, hay un sueldo, es poco, se lamentan, pero lo hay, pero este no es el premio, esta no es la actitud, el orgullo. La actitud es esa frase tan hermosa: «Somos siervos inútiles» (Lc  17,10). Esto nace de la humildad. He hecho lo que debía, he hecho crecer mi vocación, la he hecho ir adelante.

Hoy pido a san Miguel Arcángel por todos vosotros gendarmes, la gracia de poder reavivar vuestra vocación, retomar con fuerza el don que habéis tenido, porque cada vocación es un don. Y retomarlo con autenticidad, con ganas de ir adelante. Reavivar el don que habéis recibido, con espíritu de caridad, de fuerza y de servicio y no de timidez, seguros de vosotros mismos. Y así, los diferentes problemas que vosotros encontraréis en la vida, viviendo una vocación en plenitud, se disolverán solos. Los problemas se disuelven cuando hay una fuerza que lleva adelante.

Hoy de forma especial rezo por vosotros y pido a san Miguel que os dé la gracia, la gracia de ir adelante en el servicio: servicio con fuerza, con caridad, sin doble comportamiento, claro, directo. ¿Y si me equivoco? Me equivoco, me levanto y voy adelante. Pero todo en plenitud, todo con alegría. Que el Señor os dé esta gracia de renovar la vocación que tenéis, renovar vuestro servicio. Y esto pedimos todos nosotros acompañando a nuestros hermanos gendarmes. Gracias.



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