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VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, BOLIVIA, LIMA Y PARAGUAY

CEREMONIA DE DESPEDIDA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Aeropuerto Internacional Viru Viru de Santa Cruz, Bolivia 
Sábado, 14 de mayo de 1988

 

Señor Vicepresidente de la República,
señores Ministros de Estado,
dignísimas autoridades,
señoras,
amados hermanos en el Episcopado,
queridísimos bolivianos todos:

1. Llega la hora de despedirme de vosotros. En estos momentos vienen a mi mente las diversas etapas del itinerario evangelizador que he llevado a cabo en estos cinco días: La Paz, Cochabamba, Oruro, Sucre, Tarija, Trinidad y Santa Cruz.

Agradezco vivamente las sinceras manifestaciones de fe, de cordialidad, de entusiasmo y de afecto que en todas partes me habéis dispensado.

Doy las gracias al Señor Presidente Constitucional y a todas las autoridades nacionales, departamentales y locales, que tanto han cooperado para el buen resultado de mi visita, dándome en todo momento muestras de la exquisita cortesía boliviana.

Gracias también a mis hermanos, los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, así como a tantos laicos que, con no poco esfuerzo y sacrificio, han contribuido eficaz y ilusionadamente a la preparación y desarrollo de esta visita pastoral. A todos va mi más profunda gratitud y la promesa de mi ferviente recuerdo en la oración.

2. No ha sido posible, en estas cinco jornadas, llegar a todos los lugares de la sierra o del llano, adonde me hubiera gustado acudir, porque también allí late la vida social y religiosa de este inmenso y noble país. Pero mi espíritu ha estado muy cercano a todos y cada uno de los bolivianos y bolivianas: familias, jóvenes y niños, campesinos, mineros y obreros, intelectuales y dirigentes, minorías étnicas, pobres y enfermos...

A todos os llevo en mi corazón y de todos guardaré un imborrable recuerdo.

3. He visto una Iglesia viva, en la que obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y movimientos apostólicos, se han entregado generosamente a la tarea de evangelizar, compartiendo las esperanzas y preocupaciones de la gente, y cooperando a la promoción de la justicia y de la convivencia nacional en la paz y en el progreso.

Seguid por esta senda, proclamando la fe en Jesucristo liberador del pecado y de toda opresión.

No os abandonéis al desánimo cuando vuestras tareas os exijan, quizá, redoblar sacrificios para que la luz del Evangelio sobrepase las montañas, ilumine las conciencias y se difunda cada vez más en todos los sectores de la sociedad.

4. He comprobado como el pueblo de Bolivia va consiguiendo positivos logros en el desarrollo cívico e institucional. Buscad sin descanso la armonía en la paz, en la justicia y en la libertad, actuando todos dentro del orden constitucional. Aseguráis así un porvenir mejor no sólo para vosotros, sino también para las futuras generaciones.

He podido comprobar también el gran sacrificio de muchos para superar las dificultades económicas por las que atraviesa el país. Este sacrificio ha de ser compartido por todos con equidad, con espíritu de solidaridad y con entrega al trabajo, evitando presiones y desórdenes que fácilmente desencadenan el peor de todos los males: la violencia. Poned en juego vuestro sentido de fraternidad y seguid siempre el camino del diálogo, de la comprensión, de la colaboración, pensando en el bien de todos. Por mi parte, además de animaros, pido al Señor que vuestros esfuerzos, vuestra actitud constructiva y vuestra capacidad creadora os deparen una pronta solución de la crisis que os aflige y tratáis de superar.

5. Quisiera finalmente deciros una palabra de esperanza.

Dios, Señor de la historia y dueño de todas las cosas, no abandona, sino que ayuda a quienes trabajan con honradez y legítima ambición de progreso espiritual y material. Dios ama a los hombres como a hijos suyos y vela por sus días y sus noches, por sus afanes y sus aspiraciones.

Así, pues, mantened viva vuestra fe, tened confianza, sed generosos y no olvidéis vuestros compromisos sociales, que os han de llevar a la construcción de esa Bolivia nueva que justamente deseáis: una Bolivia más fraterna, más justa, más honrada y más cristiana.

Que cada uno de vosotros se haga por doquier sembrador de estos ideales.

La Virgen, Madre del Redentor y Madre de todos los hombres, os precede llenando de luz vuestro camino.

¡Dios bendiga siempre a Bolivia! ¡Dios bendiga a cada uno de sus hijos e hijas! ¡Dios bendiga el presente y el futuro de esta querida nación!

¡Alabado sea Jesucristo!



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